jueves, 1 de mayo de 2008

Lanzarote, (II) Reflexiones intimas.

Tendría que remontarme a un mes de enero de hace ahora más de diez años para tratar de entender por qué decidí inscribirme por vez primera en esta prueba; puedo recordar ciertos sentimientos, dudas, mi lucha interior y mi decisión. Entonces, no podía imaginar que esta prueba, en la que he llegado a correr ya cinco veces, cambiaría mi vida para siempre.





Entonces no lo sabía, pero luego lo he llegado a entender. El Ironman es un gran monstruo al que uno mira a los ojos fijamente desde meses antes y con el que te bates en duelo en una lucha tal vez demasiado larga.


Lo peor, sin duda, no acontece el día de la prueba, sino durante los meses previos; el día D, la historia y leyenda de la competición se alían con el triatleta y le ayudan a terminar; también por supuesto y como no podía ser de otra forma, el entrenamiento y la mentalización. Pero tampoco estrictamente el entrenamiento de los meses previos, sino el de toda una vida.


Aquí la suerte no existe, solo el trabajo. Al Ironman se le debe respetar, enfrentándose a él con las armas de que se dispongan en función de la preparación realizada, conociendo los propios límites para no rebasarlos, porque en un solo zarpazo,en un descuido, el monstruo te lo puede arrebatar todo.


Y la mente... que importante es. Pero no hay mente sin cuerpo. Nuestro cuerpo, ese maravilloso instrumento que muchos no llegan a conocer en toda su vida, es el templo del triatleta. El cuerpo, cuidado, enseñado, entrenado, educado, pondrá la mente a trabajar, y mente y cuerpo, en perfecta simbiosis, nos llevarán en volandas. Alcanzaremos cotas de rendimiento inimaginadas años, meses atrás. Debemos atesorar un buen momento mental para afrontar la prueba, y para eso solo necesitamos entrenamiento, descanso, cuidados, y una vida equilibrada; comprensión y apoyo en nuestro entorno. Si no alcanzamos el equilibrio, nuestra mente puede naufragar, porque durante tantas horas frente al viento, el sol , las distancias y el esfuerzo, habrá muchos momentos de duda, de debilidad y será en esos momentos en los que cada uno se demuestre a si mismo de lo que puede ser capaz.
En próximos posts, os mostraré algunos de mis recuerdos. Entre otros, imágenes y sensaciones de mi primer Ironman en la isla.






8 comentarios:

Talin dijo...

Isla mágina, isla mística, un lugar para renovar el interior. El por qué está allí!
Un abrazo

magopepo dijo...

Hola Pablo, muy buenas.

Es un placer leerte. De verdad, no es por darte coba, dices cosas con mucho sentido común.

Espero esa próximas entregas con ilusión.

Un abrazo.

magopepo dijo...
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tonicendon dijo...

Cuando me tiro al agua en un I.M. salgo pensando que tengo muchas horas de sensaciones buenas, de disfrutar y también de sufrir, se que al principio el cuerpo y la mente disfrutan por igual, se que a medida que pasan los km, las horas el cuerpo empieza a sufrir, pero también se que la clave está en que la mente siga disfrutando para compensar, lo tengo aprendido desde hace tiempo.

Ishtar dijo...

¡¡Qué poquito les queda ya a los lanzaroteños!!. El último impulsito ya y luego a reposar para el gran día.

Espero que el viento que está haciendo este año en todos sitios no se manifieste por allí, uffff...

Besicos!

Emilio dijo...

Genial la reflexion tio, genial. Ojala algun dia sea capaz de vencer a ese monstruo, mi mente ya esta pensando en ello, espero que mi cuerpo la acompañe y lograrlo, un saludo¡¡

Jetlag-Man dijo...

Bueno, dicen que la tercera "c" también es importante ¿no?

el chulo dijo...

hola Pablo, leo habitualmente tu blog y es el mi primer comentario.
Te agradezco este post, voy a Austria a hacer mi primer IM y leer este tipo de reflexiones me dan tranquilidad.
Me quedo con lo que dices de la suerte con respecto al trabajo.
Gracias y saludos,
Diego.