sábado, 22 de septiembre de 2012

Reflexiones entrenando, (II)

(...)

(VI)


Hace años, después de correr a casi dos mil metros de altura, en una concentración en Gredos, escribía lo siguiente: "empapado de soledad, cubierto de silencio, he visitado un paisaje casi lunar, rozando el cielo. Los caminos, allá arriba, eran un laberinto enmarañado que pretendía frustrar mi huída. He pensado que era un remero, dando paladas agónicas. No quiero permanecer inmutable, en un barco de utopías, esperando que la brisa me traslade a buen puerto. Eso no sucederá: es hora de remar".


(VII)

La soledad del corredor de fondo, pero... ¿qué es en realidad? lo he debatido en tertulias apasionadas, al filo de la madrugada, ó en entrenamientos cadenciosos. Me gusta recordar lo que escribí en cierta ocasión a mi amigo X, cuando él marchaba a una larga concentración preolímpica a orillas del Mediterráneo, allí le sobraría tiempo para descansar y meditar. "Correr largo es navegar a la deriva"- decía entonces- "Pienso que mi soledad se traduce en ser un barco abandonado a su suerte, en el epílogo de una batalla. Cruzar los campos, acariciándolos, perderse entre agua, empapado de lluvia generosa, secándose después al viento, cabalgar interminablemente...no ver a nadie, morir a cada paso, abrazado a los susurros del viento. Zozobrar, en suma, en océanos de olvido".




(VIII)

Nuestros allegados no lo entienden: esfuerzo, sudor, dolor, a cambio de nada material; rostros chupados, a veces atormentados por el entrenamiento. Los fondistas estamos enamorados de nuestras pruebas; el triatleta sueña con el Ironman, el cicloturista con los puertos alpinos y el maratoniano con la maraton; de hecho los corredores de los 42 kms. la denominan así, en femenino,  ¿por qué no denominarla el maratón? como si de un sacerdocio se tratara, el maratoniano hace voto de fidelidad a esta distancia austera. Su amor, no siempre correspondido, es como el que se profesa a una dama esquiva, que te traiciona en cualquier descuido; aún así, el corredor se abandona  en sus brazos circunstanciales, perversamente amorosos.




(IX)

Amanece. Amparándonos, solo la luz tímida de la mañana.Nos preparamos, ceremoniosos, para un "largo". En la meseta nos espera el sol temprano, el polvo y el viento, también campos rojos incendiados de amapolas, ó prematuramente agostados en la primavera.Oteo el horizonte y me imagino en las montañas lejanas a las que en unas horas llegaré; pienso que ya queda menos para la prueba, largamente preparada y tres palabras se repiten, como un mantra, en mi mente: Aguanta, Resiste, Cronifica.



(X)


Pensaba en las canas que afloran, aún extrañas, en mi cabello. Hay quien dice que el torpe paso del tiempo nos roba el impulso; pese a todo, y recordando los veinte años, no envidio mi pasado, inconcluso y deslavazado.Madurar es un ejercicio muy difícil, sometido a cientos de tormentos.

La clara y sutil certidumbre, el esfuerzo de asumir el irremisible paso de los días, los años, que te van apartando de la gracia física, culmina en el solaz, en el compromiso con la propia vida, liberado de tabús, viviendo el presente con intensidad. Como ahora. Sintiendo la benevolencia de este crespúsculo casi otoñal,percibiendo con la intensidad imposible para el adolescente la tibieza de esta tarde. Tal vez en esto resida mi felicidad.


(...)

sábado, 15 de septiembre de 2012

Reflexiones entrenando, (I)

He ordenado algunos de mis sentimientos , pensamientos y reflexiones, tanto propios como otros que algunos compañeros me transmitieron en nuestros largos entrenamientos, a menudo  cuando la prisa no nos condiciona y nos sentimos más amigables e inspirados.

He procurado captar, reteniendo a propósito, borbotones de sinceridad, de claro y diáfano sentimiento. Tal vez estos Pensamientos reflejen un cierto matiz de ingenuidad ilusionada, a menudo de melancolía, fruto del puro esfuerzo; abogo por una práctica deportiva metódica y cotidiana como estímulo de la meditación y la creatividad.



(I)

El hombre es como es,bueno en esencia, pese a los escépticos, destructivos y nihilistas. Puede envilecerle y mediatizarle la estructura irreal de nuestra sociedad de hoy, modelada para satisfacer los sentidos, y no para forjar la voluntad. Llegados al final del camino nos topamos con la certeza de la vida cerca de la naturaleza, que no hace peor nunca nuestras vidas, no daña, y nos muestra unos a otros como verdaderamente somos. Cuando entrenamos, suelo pensar en la realidad de lo que me rodea, en su certeza, lejos de la doblez , la hipocresía y las zancadillas que nos aguardan a menudo a nuestro regreso al hormigón de la urbe.



(II)

En la soledad del entrenamiento, a menudo recuerdo a mi padre, prematuramente desaparecido. A veces lo busco en el viento, en los árboles, en las aves viajeras. De él aprendí a amar todo lo humano, buscar la parte buena y amable de la vida,  y rodearme de gentes de toda condición.

Mi padre, que nunca comprendíó en toda su dimensión mi pasión por el deporte,pero que en secreto se enorgullecía de mis "carreras", marcó, sin él saberlo, mi adhesión a una actividad que despertó mi lado más humano.



(III)


Aprendí de mi hermano a conquistar lo inútil. Lo aparentemente inútil. Él, alpinista consumado, sabe como atrapar la belleza de la vida al vuelo, esforzarse largo tiempo por un momento de paz, de contemplación. Sabe empaparse de la vida para no lamentarse, llegada la vejez y la muerte, de no haber aprovechado los momentos de intensidad de la juventud y la edad madura.
Comprendí, admirándolo y escuchándolo, que la verdadera aventura vital está en nosotros mismos, en nuestras sensaciones y esfuerzo. Puede resumirse en alcanzar la cumbre de la montaña más recóndita , perdido en confines de silencio, ó en la paz y´el éxtasis de terminar un Ironman y su largo proceso de entrenamiento.
El y yo transitamos por caminos paralelos que confluyen en nuestra complicidad.


(IV)

Decía mi amigo X que no le preocupaba el futuro. Vivía el presente. Ciertamente, todos los fondistas comparten este sentimiento, en mayor ó menor medida. Olvidamos graves lesiones en cuanto restañan y comenzamos a sudar por los caminos. El pasado es como aquellos amores perdidos de la adolescencia, sencillamente desdibujados. Y el futuro llega sin estridencias, con la misma certeza que nos hace sentirnos vivos hoy.




(V)

Me lo dijo mi amigo X: No te disgustes, no abandones, si te estrellas contra barreras de limitaciones. Puedo hablarte de cientos de días entorpecidos, limitados, en los que tuve que emplear innumerables recursos para no caer en la comodidad ó el abatimiento. Si flaqueas porque tu cuerpo se resiente de tanta lucha, recuperate, cúrate y vuelve de nuevo, amando de verdad lo que haces y apartando de tu código vital la necedad en palabras y hechos. Puedes equivocarte, pero no olvides emplear las enseñanzas que destilan tus errores para cimentar tu búsqueda futura.   (...)

jueves, 6 de septiembre de 2012

Mirando más allá

No tengo competiciones a la vista. Pero no quiere decir que haya terminado la temporada. A menudo escucho hablar a deportistas aficionados como si fueran profesionales, en estos términos. Y no me gusta escuchar esto, no, porque en un aficionado la competición no debería ser lo más importante; si no subyacen otros valores, la actividad deportiva no tiene sentido.

Las estaciones marcan el tempo. La intensidad ó la dedicación. Se adivina el otoño, la benevolencia de los atardeceres, ó la tibieza de la luz.

No quiero que el otoño me sorprenda. Hay veces que despiertas y el frío te atrapa sin avisar, te da un golpe bajo como anticipo de la larga carretera solitaria y neblinosa, que desemboca en un invierno extremo en el que solo la determinación y el coraje nos redime.


Sensaciones from Angel Puado on Vimeo.

Vigilaremos el paisaje e imaginaremos más luz insolente, más allá de lo que ahora sintamos, gozaremos de las sensaciones soñadas por vividas, ó soñadas por imaginadas, meditadas.

Y por supuesto, nos apartaremos de la penuria de no paladear el paso del tiempo.