Ironman de Hawaii, octubre de 1989. Dos hombres corren hombro a hombro por el centro de la autopista Queen Kaahumanu en la isla grande de Hawaii, en dirección sur hacia la ciudad costera de Kailua -Kona. La carretera por la que viajan corta una arteria estrecha a través de un vasto campo de lava negro ,sin vida , salvo por unos pocos matojos dispersos de hierba crecida y resistente. Todo un día de sol ha fabricado nubes que a estas horas del mediodía consiguen un efecto de trampa bochornosa, como si las propias nubes fueran la tapa de una tetera humeante.
Ambos hombres son altos y delgados , con
las piernas características de triatletas, más longilineas que la de los
ciclistas, pero más musculosas que las de los corredores . Cada uno de ellos esconde una mirada que se pierde en el horizonte debajo de sus gafas de sol , pero sus mejillas evidencian ya un
cansancio mortal .
No corren solos . Una caravana de
ciclomotores , bicicletas , coches, jeeps y camiones que se ha formado por detrás de ellos , espectadores a bordo de estos medios de
transporte, que han sido arrastrados a la caravana por una noticia que ha corrido como la pólvora... La del duelo , el espectáculo que ahora contemplan .
Algunos de los vehículos motorizados y la mayoría de las bicicletas
no deben estar donde están, ya que la carretera está cerrada al
tránsito normal , pero los comisarios de carrera han perdido el
control y no hay manera de recuperarlo. Atrapados en la misma hipnosis que todos los demás, sólo pueden seguir y presenciar el espectáculo.
Se trata de una extraña aparición , una caravana en silencio, una especie de anfiteatro itinerante
abigarrado , aún más extraño por su silencio. Aquellos que presencian el duelo no se atreven a decir una palabra por miedo a romper el
hechizo en el que todos son cómplices . Aparte de algún grito
de aliento ocasional de algún voluntario en una estación de avituallamiento ,
el único sonido que se escucha es el jadeo rítmico de la respiración de los atletas y el golpeteo suave de sus pies contra el pavimento.
" ¡Adelante! " Grita un
joven cuando los corredores se acercan a una de las estaciones de avituallamiento.
El hombre de la derecha , vestido con
ropa verde negra y blanca Brooks, es Dave Scott, seis veces
ganador de esta carrera, el Campeonato del Mundo Ironman . El
corredor de la ropa de color amarillo , negra y blanca Nike es Mark
Allen , "perdedor" seis veces del Ironman , ganador de todas las demás competiciones a las que se presenta...
Aún en la bici. Delante de izquierda a derecha, Scott y Mike Pigg. Por detrás, Rob Mackle y Allen, expectantes.
Aún en la bici. Delante de izquierda a derecha, Scott y Mike Pigg. Por detrás, Rob Mackle y Allen, expectantes.
Continúan . Se vigilan a un ritmo altísimo, después de nadar 2,4 millas , pedaleado 112 millas y con gran parte de la marathon recorrida, con todo el calor de un asfalto bajo sus pies en ebullición. Se mantienen con sus muñecas prácticamente fundidas,corriendo al unísono, muy por delante de los 1.284 mejores triatletas del mundo, profesionales y grupos de edad . Cada uno está tratando con
todas sus fuerzas de romper el cuerpo, la mente o el espíritu del otro, pero a pesar de que han estirado todos los atributos del rival hasta el punto de la ruptura, todavía ambos siguen en pie.
Dentro de sus mentes se libra una batalla campal entre el sufrimiento inimaginable y un igualmente
intenso deseo de resistir ese sufrimiento y conseguir el triunfo. El dolor en los
muslos , sobre todo , es tan grave que en cualquier otro contexto les
resultaría imposible caminar un solo paso. Sin embargo, cada uno
sigue cubriendo cada milla por debajo de los seis minutos.
Una multitud expectante espera en la
línea de meta en el centro de Kailua -Kona. Todo lo que saben de la
gran lucha que tiene lugar en la autopista Queen K es la poca
información que el locutor de carrera ofrece con actualizaciones
esporádicas sobre la base de la novedades que ofrecen dos canales de radio que viajan junto a Mark y Dave . Esta información es más que suficiente para cautivar al público que se agolpa en Alii Drive.
Mientras que espera la multitud , el
competidor que está en vigésimo séptimo lugar en la carrera se
encuentra con Scott y Allen cuando ellos ya retornan y él asciende hacia Energy Lab . No puede más que detenerse y admirar el espectáculo. Ha dedicado meses de duro entrenamiento para
prepararse para el día de hoy . Durante varios segundos, aplaude
y grita como cualquier otro espectador, momentáneamente indiferente
a su propio esfuerzo.
Bob Babbit
Bob Babbit
Sentado en un descapotable, unos cincuenta metros por detrás de los atletas,viaja Bob Babbit, de 38 años de
edad entonces, editor de la revista Competitor, con sede en San Diego . Su
rostro se congela en una leve sonrisa . Cree que está viendo la
carrera más grande jamás disputada. El título para la portada del próximo número de su publicación ya lo tiene..."Guerra de Hierro".
(continuará)
3 comentarios:
Buenas!
Estoy dando a conocer (spameando otros blogs) mi aventura cicloturista por la Florida en EEUU. No es que lo diga yo pero parece interesante. Te apetece echarle un vistazo? También podemos intercambiar links.
http://www.bicycleroutes305.com/
Saludos desde el "Sunshine State."
Absolutamente hechizante. Me acabas de transportar a la Queen K. Gracias Pablo.
Que espectáculo y que dureza, muy bien escrito Pablo��
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