sábado, 23 de agosto de 2014

El día perfecto

La temporada de los deportes cíclicos está en plena recta final,ó cuando menos , en plena efervescencia. Algunos deportistas, no obstante,  ya han cerrado campaña y se centran en la recuperación, ó bien ya en preparar nuevos ciclos deportivos. 

Algunos entenderán su incapacidad , a menudo temporal, de alcanzar un mayor rendimiento, como un verdadero fracaso; nunca se fracasa si se lucha , se trabaja bien y se entrega lo mejor de uno mismo. No probar la miel del éxito es a menudo el mejor antídoto frente a la vanidad que a menudo nos atrapa, y eso bien lo saben muchos triunfadores que tuvieron que recorrer un largo camino previo de aprendizaje, jalonado de fracasos y derrotas. 



Aún así, ni siquiera el triunfador estará satisfecho con lo logrado. Los atletas son individuos permanentemente insatisfechos con su status quo, persiguen una utopía de movimientos y formas depuradas que les acerquen a un ideal de perfección. Siguen peleando con el tiempo apremiante, modelando y creando como el artista enfebrecido, compiten periódica y continuamente porque esperan alcanzar ese equilibrio esquivo de lo bien hecho, aguardan el momento mágico en que su organismo y los elementos armonicen para dar el tope de si mismos. 


¿Existe ese momento perfecto?? Creemos sinceramente que siempre está por llegar , cuando no se pierde irremediablemente en el bagaje vivencial de una juventud no del todo bien aprovechada. Sea como fuere... ¿Qué atleta no ha alcanzado a veces ese momento mágico de inspiración y éxtasis? Cualquier deportista podría recordar el instante gozoso de consecución de una mejor marca si hablamos de nadadores ó atletas, ó rendimiento ó posición, hablando de un ciclista de ruta ó un triatleta. 



Ilustrando todo lo dicho, hablemos del día perfecto. Un antiguo amigo corredor, ya "viejo" y por veterano filósofo, un romántico de cabellos siempre peinados por el viento me lo refería.... nostálgico y ceremonioso, con los ojos reflejando una ilusión aún viva me confesó las sensaciones de un día perfecto y lejano, el día en el que obtuvo su mejor marca en la prueba más larga y extenuante en el estadio, los 10.000 metros lisos. 




Refería la paz de todo un día, la cómoda y a la vez desasosegante quietud de la espera y su silencio... luego, ya a la caída de la tarde, su llegada al estadio, con el cielo rojizo, con un misterio por descifrar. En el ambiente, el halo de una  tarde abrasada por el sol ya moribundo, que buscaba el horizonte sin premura. De cómo él se iba quedando cada vez más solo, tanto como esperaba y deseaba y  la percepción del silencio del mundo que se antojaba paralizado, como si solo existiera en el Orbe la carrera en la que tomaba parte. 

Ante él, veinticinco vueltas a una elipse elemental, reveladora. Todo simple, solo que el cielo y el sol tenían matices de inusitada belleza. Las formas de todo lo que le rodeaba resultaban más amables,y la  sensación de paz y bienestar le inundaba. 

Luego, en carrera, nada fue especialmente distinto a otras veces; sufrió, pero el esfuerzo resultó un lugar cómodo en el que perpetuarse; todo era más fácil, como si la atmósfera fuese menos densa. 

Tras unas vueltas finales de máxima intensidad, manos a la cabeza, extremidades etéreas, rostros de alegría y sorpresa alrededor. Bendito momento. En esos instantes, el mundo es un lugar maravilloso y todo es amable y bello. No importa que el sueño luego no llegue esa noche y la madrugada sea eterna; la intensidad de lo vivido y el sello de lo logrado permanecerá en el alma para siempre. 

miércoles, 13 de agosto de 2014

Historias del Triatlon , (VI). IronWar. Más claves y desenlace.


El conflicto entre estos dos hombres es más profundo que el mero interés deportivo individual de cada uno. Más allá de la normalidad de sus batallas deportivas,chocan por sus  formas de ser opuestas . Mark es un tipo espiritual de la New Age . Medita y presta atención a las estrellas  . Entrena inteligentemente y no tiene miedo de tomar un día libre cuando su cuerpo lo necesita . Dave es un deportista  de la antigua escuela  no pain no gain . No medita. Su fuerza mental se cifra en la cantidad y calidad de sus entrenamientos. 

Al igual que muchos grandes atletas , Dave compite mejor cuando lo hace enojado. Siente que el ser amigo de cualquiera de sus rivales le debilitaría como competidor , por lo que , en contraste a sus coetáneos, entrena completamente solo en su ciudad natal,  fuera de popularidad ó focos. . Es Dave contra el mundo , y le gusta que sea así.

Mientras tanto , Mark entrena con Tinley , Molina , Pigg , Souza ...en el  epicentro social del triatlón :San Diego.




Como en cualquier gran rivalidad deportiva , la enemistad se mezcla con la intimidad. En el entrenamiento , Dave y Mark piensan el uno en el  otro como objetivo . Su sangre se calienta cada vez que sus caminos se cruzan fuera de la pista ó la carretera. Dos días antes de la prueba ,en la conferencia de prensa ,  no se saludaron , ni siquiera hicieron contacto visual , a pesar de estar sentados en sillas contiguas. Mientras corren juntos ahora ,en la QueenK,  cada uno percibe claramente cómo el otro siente , si es fuerte o débil, en cualquier momento .

¿Quién es , en última instancia más fuerte? La respuesta es indeterminada. Dave no sabe , ni Mark , ni los espectadores que les siguen en un silencio reverente . Uno de estos dos hombres deben pronto romper al otro  en cuerpo, mente o espíritu . ¿Quién será? No necesariamente el hombre más rápido. La batalla que se libra ahora es acerca de la voluntad  como verdadera habilidad. Estos dos hombres han empujado más profundamente que nunca antes en el infierno del sufrimiento que se interpone entre cada uno de ellos y su límite de rendimiento final. El ganador de esta pelea es probable que sea el hombre será quien se atreva a empujar más profundo . Ocho horas de carrera están culminando. 

A medida que avanzan  en dirección sur hacia la línea de meta en Kailua -Kona , Dave Scott y Mark Allen están arriesgando todo, compitiendo en un  único y verdadero  estado de desesperación compartida,  desenmascarada. Ganar a toda costa y ni siquiera pensar en la derrota. 

Mark Allen había anunciado que tenía la intención de  hacer sombra a Dave Scott durante toda la carrera y luego tratar de correr lejos de él al final . Scott decidió contrarrestar esa estrategia compitiendo a un ritmo extremadamente agresivo y manteniendo la presión implacablemente hasta agrietar a su rival . Estas eran las condiciones perfectas para que la competición llegara a su último extremo; estas y, además, el extraordinario nivel deportivo de ambos; como resultado, se derribaron  las creencias existentes sobre los límites de la capacidad de resistencia .


Es un minuto antes de las tres de la tarde del 14 de octubre de 1989, y algo va a suceder....


El relato de las últimos kms. de Mark Allen es de por si revelador: 



Uno de nosotros iba a conseguir doblegar la resistencia del otro. A mitad de la maratón empecé a estar  muy cansado y pensé  " de nuevo igual... Scott va a ganar ... nunca voy a triunfar en  esta carrera de locos. "

Me concentré  tanto en tratar de mantener el ritmo de Scott que mi mente se volvió totalmente tranquila y , en ese momento, la imagen del viejo chamán, (aquel del que leí algo algunos días antes del Ironman ) volvió a mi mente . En aquel folleto estaba la imagen de su  rostro y decía " estoy contento de estar vivo ", y de alguna manera en aquel momento pensé en ello y recobré fuerza interior. 

Me di cuenta de que era feliz por  estar aqui junto a este hombre , no había nadie más . Me sentía como si estuviera ganando energía pese a que la intensidad del duelo iba en aumento . Sabía que podía ganar después de esos pensamientos, pero no sabía cuando materializarlo. 

Cerca de dos kilómetros y medio para finalizar,  en la subida final, me alejé . Era consciente de que no había terminado aún;  en la cuesta abajo había alguna posibilidad de que mis piernas sufrieran calambres , algo malo podría pasar, pero luego, cuando llegué a la parte inferior de la colina y miré hacia atrás ya no veía a Dave. 

Corrí los últimos tres cuartos de milla con la mayor sonrisa  y  con lágrimas de alegría que  corrían por mi rostro porque había sido difícil llegar a ese momento. Había tardado mucho en llegar.




Mark Allen terminó la carrera en ocho horas , nueve minutos y 15 segundos. Entonces fue el record de la prueba y se mantuvo así hasta 1996.